En las primeras décadas del boxeo en España destacaron grandes, grandísimos pugilistas, pero también eran de sobra conocidos por los aficionados los nombres de otros personajes que participaban de este deporte tan fascinante. Promotores, organizadores, preparadores, managers, hombres sin los cuales España nunca hubiera alcanzado los puestos de cabeza dentro del boxeo europeo. Ángel Artero fue uno de estos “protagonistas secundarios”.
Nacido en la ciudad condal, su vinculación a este deporte se remonta al lejano año de 1913, cuando lo encontramos militando como boxeador en el Boxing Club Barcelona, que junto con el Club Pugilista constituían los dos grupos en los que los aficionados al boxeo pretendían afianzar este incipiente deporte en la capital catalana.
Rondando los 68 kilos de peso, a caballo entre los pesos welter y medios, Ángel Artero aparece hasta 1924 en varias de las veladas que poco a poco van proliferando en Barcelona, primero como miembro del Boxing Club, y desde el año 21 como afiliado al Punching Ball Club de Gracia. Dotado de una increíble resistencia física, carece sin embargo de temperamento agresivo cuando su rival se halla a su merced, y acaso por ese motivo su record como pugilista es más bien modesto. Los 19 combates que recoge la prensa de la época se saldan con 6 victorias (tres de ellas antes del límite) ante púgiles como Torrens, Ubach, el argentino Salcedo o el francés Millé, entre otros; 3 derrotas (ante Allack y en dos ocasiones ante el popular Pedro Sáez); 4 nulos; 2 combates sin veredicto; y 4 de los que desconocemos el resultado. Uno de los combates sin veredicto –contra Mora, en la velada a beneficio del boxeador Gastón C. Anderson, gravemente enfermo– constituye, precisamente, su última aparición como púgil, el 22 de febrero de 1924.
Apenas dos meses más tarde, Ángel Artero cuelga los guantes y se estrena en la faceta de preparador físico formando parte del equipo de Taxonera, a cargo de los boxeadores Pedro Sáez, José Gironés y Blasco, entre otros. Su vinculación con el Punching Ball Club, sin embargo, le lleva pronto a ser nombrado manager de la entidad, y es en esta nueva ocupación en la que se revela como uno de los hombres claves del boxeo español del siglo XX. De su mano surge la que pronto se denomina “escuela de Gracia”, que se caracteriza por una esmerada preparación física y un cuidadoso estudio de los rivales, por sobriedad e inteligencia a un tiempo, por un ataque metódico por todos los flancos hasta la completa anulación del adversario. José Gironés, el campeón de Europa de los pesos pluma, es sin duda el mejor exponente de este estilo, pero también lo son otros grandes boxeadores que triunfan de la mano de Artero, como Carlos Flix (campeón de Europa del peso gallo), Francisco Ros (campeón de España de los pesos welter y medio) y Fortunato Ortega (campeón nacional de los mosca), entre otros.
La carrera de Artero como figura de primera línea de nuestro deporte finalizó al terminar la guerra civil, cuando la policía del régimen lo torturó dentro de la campaña sistemática de persecución a sus pupilos (Gironés huyó al exilio, Flix fue fusilado y Ros desapareció en un campo de concentración alemán). Ángel Artero falleció en Barcelona en agosto de 1965.
Nacido en la ciudad condal, su vinculación a este deporte se remonta al lejano año de 1913, cuando lo encontramos militando como boxeador en el Boxing Club Barcelona, que junto con el Club Pugilista constituían los dos grupos en los que los aficionados al boxeo pretendían afianzar este incipiente deporte en la capital catalana.
Rondando los 68 kilos de peso, a caballo entre los pesos welter y medios, Ángel Artero aparece hasta 1924 en varias de las veladas que poco a poco van proliferando en Barcelona, primero como miembro del Boxing Club, y desde el año 21 como afiliado al Punching Ball Club de Gracia. Dotado de una increíble resistencia física, carece sin embargo de temperamento agresivo cuando su rival se halla a su merced, y acaso por ese motivo su record como pugilista es más bien modesto. Los 19 combates que recoge la prensa de la época se saldan con 6 victorias (tres de ellas antes del límite) ante púgiles como Torrens, Ubach, el argentino Salcedo o el francés Millé, entre otros; 3 derrotas (ante Allack y en dos ocasiones ante el popular Pedro Sáez); 4 nulos; 2 combates sin veredicto; y 4 de los que desconocemos el resultado. Uno de los combates sin veredicto –contra Mora, en la velada a beneficio del boxeador Gastón C. Anderson, gravemente enfermo– constituye, precisamente, su última aparición como púgil, el 22 de febrero de 1924.
Apenas dos meses más tarde, Ángel Artero cuelga los guantes y se estrena en la faceta de preparador físico formando parte del equipo de Taxonera, a cargo de los boxeadores Pedro Sáez, José Gironés y Blasco, entre otros. Su vinculación con el Punching Ball Club, sin embargo, le lleva pronto a ser nombrado manager de la entidad, y es en esta nueva ocupación en la que se revela como uno de los hombres claves del boxeo español del siglo XX. De su mano surge la que pronto se denomina “escuela de Gracia”, que se caracteriza por una esmerada preparación física y un cuidadoso estudio de los rivales, por sobriedad e inteligencia a un tiempo, por un ataque metódico por todos los flancos hasta la completa anulación del adversario. José Gironés, el campeón de Europa de los pesos pluma, es sin duda el mejor exponente de este estilo, pero también lo son otros grandes boxeadores que triunfan de la mano de Artero, como Carlos Flix (campeón de Europa del peso gallo), Francisco Ros (campeón de España de los pesos welter y medio) y Fortunato Ortega (campeón nacional de los mosca), entre otros.
La carrera de Artero como figura de primera línea de nuestro deporte finalizó al terminar la guerra civil, cuando la policía del régimen lo torturó dentro de la campaña sistemática de persecución a sus pupilos (Gironés huyó al exilio, Flix fue fusilado y Ros desapareció en un campo de concentración alemán). Ángel Artero falleció en Barcelona en agosto de 1965.
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